En épocas navideñas y con la mitad de la temporada ya completada en esta época empiezan los bailes en los banquillos de los equipos que no están en la situación deseada al inicio de la campaña. Pero la gran pregunta es:
¿Por qué el tiempo puede ser el mayor enemigo en un proyecto deportivo?
Y es que el fútbol es un deporte caprichoso que mide tu valor en función de tus últimos resultados. Este deporte tan seguido por tantos aficionados fundamentalmente va de conseguir meter la pelota en la otra portería y que no la introduzcan en la tuya.
Este hecho, no poco deseado por todos los staffs técnico de este planeta, es muchas veces una trituradora de entrenadores, jugadores, direcciones deportivas y directivas en general. Y es que muchas veces, los lamentos vienen condicionados por un denominador común: El Tiempo.
Os propongo un ejercicio: Imaginemos el inicio de una temporada futbolística para un entrenador que recién llega a un nuevo club. Supongamos que la jornada 1 de competición empieza el fin de semana del 1 de setiembre. Lo normal es empezar la pretemporada 5-6 semanas antes, estamos hablando entre el 15 y 20 de julio.
Una vez estamos a 15 de julio… ¿qué sucede?.
Si las cosas han ido bien, la dirección deportiva ya ha empezado a planificar la temporada muchas semanas antes. Saben qué jugadores siguen, qué jugadores se marchan y tienen un perfil de jugadores que ya han incorporado o quieren incorporar.
Si la cosa ha ido bien, el entrenador hace días que sabe más o menos con qué jugadores puede contar y en función de estos jugadores plantear un modelo de juego adecuado que los acerque más a la victoria.
El 15 de julio empiezan los entrenamientos. Carga física, carga táctica, carga mental… y sobretodo, elaborar los cimientos sobre los que vamos a construir nuestra obra, es decir, marcar las directrices que ha de seguir el equipo en cualquier fase del juego: el ataque, la defensa, la transición ofensiva, la transición defensiva y las acciones de balón parado.
Si todo va bien, se disputan, al menos, 6-7 partidos para probar que lo que se está construyendo es sólido y no tambalea. Es importante remarcar que los resultados de estos partidos son lo menos importante, pues no reparten puntos. Lo importante de estos partidos son las sensaciones que se transmiten.
Y por fin llega el 1 de setiembre y con ello la primera jornada de competición.
Si la cosa ha ido bien en estas 6 semanas previas hemos conseguido construir una casa sólida que no se tambalea contra el primer soplo de viento. Pero no nos engañemos, tenemos una casa hecha que ha de servir para resguardarnos de la lluvia y el viento, pero difícilmente hemos podido decorarla.
Es a partir de este momento dónde empezamos a pintar las paredes, a decorarla a nuestro gusto, a fijarnos en la casa del vecino y mirar qué cosas tiene y qué cosas nos gustan para incorporar a nuestra casa.
Por tanto, cuando hablamos de establecer un lenguaje o idioma propio para poder entendernos, coordinar movimientos de la estructura ofensiva o defensiva mediante gestos o miradas, reconocerse a través del juego sabiendo qué acción debo hacer para beneficiarme o beneficiar al compañero, todas estas acciones requieren tiempo.
Y muchas veces, si el balón se vuelve caprichoso y no quiere entrar, los nervios se apoderan de nuestra razón y, quizás, se tomen decisiones precipitadas.
Y tu, ¿qué piensas?
Te leo,
Abrazo de gol.